Canelo, una historia de amor y lealtad

A veces damos demasiado bombo a historias del cine y la televisión. Sin embargo, yo soy de esas personas que creen que la realidad supera con creces cualquier ficción. Me gustaría daros a conocer esta historia que tuve la oportunidad de vivir de cerca en mi ciudad natal, Cádiz. Uno está fuertemente marcado e influenciado por los acontecimientos que vive y ve, y puedo asegurar que esta historia sólo hizo alimentar aún más mi admiración y mi pasión que ya tenía por los perros.

La historia de Canelo

Canelo, el protagonista de esta historia era un perro mestizo, de color canela, lo que justificaba su apelativo. Vivía junto a un hombre sin hogar de avanzada edad que padecía una enfermedad crónica. Debido a este problema de salud, este señor tenía que visitar frecuentemente el hospital Universitario Puerta del Mar de Cádiz, donde Canelo siempre esperaba pacientemente su salida. Según cuentan los rumores, Canelo obedecía las palabras de su dueño que siempre le decía: “Espérame aquí”. Y eso hacía el bueno de Canelo, esperar. Hasta que un día de la primavera de 1990 la espera se alargó amargamente debido a que su amado compañero, tras unas complicaciones de salud, falleció en el hospital.

Canelo siempre esperó, en aquella puerta, ansiando su reencuentro. Las horas pasaron, los días, las semanas, los meses y los años, doce exactamente. La nobleza de Canelo se ganó el corazón de muchos trabajadores sanitarios, pacientes del hospital y vecinos que le proporcionaban camas de cartón, comida y agua. Allí permaneció a la espera, de vez en cuando caminaba por los alrededores, paseando su porte tranquilo, para esperar fuera de establecimientos en los que dueños y trabajadores le suministraban amablemente sustento.

Cómo en cada historia siempre hay villanos. Canelo fue denunciado por personas que imagino les molestaba su simple presencia y durante esos años fue capturado en dos ocasiones y llevado a un refugio de animales en Puerto Real. Esto generó en gran parte de los habitantes gaditanos de Extramuros una gran indignación y se produjeron movilizaciones populares de vecinos y protectoras que lograron su absolución. Hubo dos intentos de adopción, pero Canelo no podía hacer otra cosa que aquello que su compañero humano de vida le dijo: “Espérame aquí”. Y volvía incansablemente a aquella puerta de hospital, de la que Canelo no parecía perder nunca la esperanza de volver a reencontrarse con su compañero. Estos intentos de adopción, como pueden imaginarse, fueron en vano. A raíz de la segunda absolución, colectivos ecologistas como Agaden reforzaron su compromiso para preocuparse por la salud, vacunación de Canelo e higiene en la puerta del centro hospitalario donde aguardaba cada día. Fue la comunidad gaditana la que acabó adoptándolo y lo cuidó colectivamente.

Canelo placa
Placa a Canelo situada en la calle que lleva su nombre en Cádiz.

Así pasó Canelo los años, esperando, día tras día, noche tras noche, daba igual las inclemencias del tiempo. Ya lo había acompañado con anterioridad muchas veces y su compañero siempre había vuelto, él no comprendía que su compañero hubiese muerto. Y lo esperó durante nada más y nada menos que doce años. Hasta la fatídica mañana del 9 de diciembre de 2002 en la que un coche lo atropelló y acabó con su vida mientras caminaba por el paso de peatones que tantas veces había cruzado justo en frente de la puerta del hospital donde esperaba. Si hay algo después de la muerte, seguro que por fin se produjo su tan ansiado reencuentro.

Dos años más tarde, en la primavera de 2004 el Ayuntamiento de Cádiz aprobó una propuesta del colectivo Agaden y las federaciones de vecinos 5 de Abril y Cadice en el que se concedió darle su nombre a una calle peatonal que el animal frecuentaba justo al lado del Hospital Universitario Puerta del Mar. En ella se colocó una placa de bronce conmemorativa de este amor incondicional en la que puede verse una representación de Canelo y una frase que dice: “A Canelo, que durante 12 años esperó en las puertas del hospital a su amo fallecido. El pueblo de Cádiz como homenaje a su fidelidad.”

Mis recuerdos y anécdota con Canelo

Si no recuerdo mal, las primeras veces en la que vi pasear a Canelo por los lugares cercanos de aquel hospital, yo tenía alrededor de catorce o quince años. Canelo ya llevaba esperando alrededor de tres o cuatro años. Lo veía cruzar siempre por los pasos de peatones, y en la Avenida Ana de Viya siempre esperaba su turno en el semáforo como un ciudadano más. Siempre sereno y tranquilo, con un andar parsimonioso. Así lo veía cada día que pasaba cerca del hospital cuando iba camino a la playa. Me despertaba un sentimiento de admiración y pena al mismo tiempo.

Recuerdo una anécdota en la que en el paseo marítimo cercano al hospital unos niños se le acercaron. Él, que no parecía gustarle tal revuelo infantil, buscó refugio y se puso a caminar al lado de un matrimonio que paseaba junto a un cochecito de bebé y consiguió que el hombre al que se puso al lado como si fuese su perro llamara la atención de los infantes para que lo dejaran tranquilo. Una demostración de su nobleza e inteligencia. Todos los gaditanos lo conocíamos y sabíamos de su historia.

Dicen que nadie muere del todo si permanece en el recuerdo de alguien. Canelo permanecerá en el recuerdo y en el corazón de los gaditanos que conocimos su historia y en nuestro deber está darla a conocer por los valores de amor y lealtad que representa.

La historia de Canelo es mucho más que la de un perro que esperó a su dueño durante años. Es una historia que habla sobre la profundidad de los vínculos afectivos, la fidelidad y la capacidad de amar de los perros.

Canelo, el perro fiel por Animagic Studios

En agosto de este año 2024, el estudio Animagic Studios presentó un cortometraje llamado Canelo que cuenta su historia en unos cuatro minutos, está dirigido por Jordi Ayguasenosa y con dirección de arte de Alfredo Barajas.

Os lo muestro a continuación:

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